Vida moderna : ¿ por qué odio el silencio?


«Luz, ruido, tubos encendidos, neón o lo que sea… cualquier cosa que no me diga que es noche. Cualquier cosa que me haga tener los ojos abiertos de par en par… No soporto la noche y menos cuando la vivo sola»

En una palabra ayer fue un día agotador. No bastó con que mi querida madre llorara todo el día de dolor y con que tuvieramos que llevarla a la clínica pensando lo peor. Y es que tener coágulos en las venas no es algo menor que debemos dejar a la ligera, ¿o no?. Pero es mi madre y por ella estoy dispuesta a hacer lo que sea. Incluso sacrificar mis únicos planes para distraerme y quedarme en esta cuidad muerta llena de fantasmas.
Cuando por fin cayó la noche me senté frente al computador y escribí un par de editoriales y columnas de opinión que tenía pendientes. Luego copié unos discos de U» y me fui a la pieza con la intención de seguir escribiendo, pero esta vez en la comodidad de mi cama. La idea era distraerme, inventar, crear y marcharme a un mundo ficticio donde nadie puediera encontrarme por algunas horas. Bueno, esa era la idea, la cual no se concretó, pues al momento de entrar a mi caótica habitación descubrí que estaba haciendo algo realmente muy extraño…
Encendí la potente luz central y no conforme con esa luz también encendí la T.V, pero ojo sin volumen. Seleccioné un canal de dibujos animados ( yo me duermo sí o sí con monitos animados ) y como si eso ya no fuera suficiente ruido y luminosidad encendí la radio y puse el How to dismantle and atomic bomb? de U2.
Mientras escuchaba el track 01 no deje de preguntarme por qué demonios tenía todo encendido y por qué si era evidente que esto me desagradaba no apagaba algo. Es decir, para escribir me bastaba con la música y la luz, pero aun así tenía la t.v aunque ni siquiera la mirara.
En esas condiciones me puse mi pijama y me metí en la cama sin dejar de preguntarme por qué había encendido todo y en vano trate de empezar a escribir. Fue entonces cuando en un acto de determinación apagué la t.v y la luz fuerte y opte por la música y la lámpara de noche. Pero cuál no sería mi sorpresa al ver que mi corazón comenzó a acelerarse y que una extraña sensación de miedo se apoderó de mi ser.
Para ir más a fondo, decidí apagar también la radio y la lámpara de noche. Quería descubrir qué emociones me provocaba el silencio de la noche y la oscuridad… pero todo saldría muy mal, pues no aguanté ni dos minutos en esas condiciones.
El silenciome aterró. No sé si porque en esas condiciones es más factible oir ruidos paranormales o si tenía miedo de oir los fantasmas de mi cabeza.
Y sentí que no me gustaba tener que estar sola por ningún motivo. odiaba esa sensación de saber que no había nadie más que mi pobre persona aterrada y llorona. Pero era lo que había… En esa habitación ya no quedaba espacio para él, para mis fantasmas ni para nada más que yo.
Me levanté con lágrimas en los ojos y comencé nuevamente a encenderlo todo. Y a medida que los aparatos eléctricos se iban iluminando, poco a poco mi corazón volvió a calmarse y pude sentarme a pensar con claridad.
Tenía mucho miedo, pero ya no de los ladrones ni de las almas en pena. Tenía miedo de mi misma y de darme cuenta de que hace muchos años que no me presto atención. No me escucho; no dejo que mi alma diga qué siente y cómo está ahora.
Creo tener mucha claridad sobre mis emociones y sentimientos, perola verdad de las cosas yo suelo novelar mi vida. Suelo inventar los diálogos y controlar lo que el personaje sentirá. Hace mucho tiempo que no me dejo arrastrar por el discurso del silencio y hace años que no sé realmente qué es lo que estoy sintiendo.
Casi por arte de magia me atreví a cerrar los ojos y tratar de escuchar lo que mi cabeza decía. Y quedé perpleja al saber que no me sentía tan mal comoyo creía. De hecho, no estaba extrañando al señor DOSA y no sentí necesidad de aferrarme a sus peluches intentando en vano rescatar algo de su olor.
Estaba bien, tranquila y tenía más fuerza de la que pensé tener. Estaba motivada y esperando el futuro, pero en calma. Sin apuros ni temores innecesarios. Mi alma estaba henchida de esperazas y ¿saben qué? Realmente no quiero ser su amiga. No pienso esperar más por él a que regrese que sea como mi merjo amigo. No lo necesito. Ya tengo más amigos de lo que alguien quisiera. Gente que a penas me conoce ,pero me tomó un gran cariño… ¿Por qué querer a alguien que se marchó sin decirme la razón?.
Y estoy bien. Siente que tengo toda una vida por delante y que hoy nada ni nadie podrá echarme atrás. Dosa puede hacer lo que quiera y da lo mismo. Salió de mi vida y si por alguna brisa de nostalgia algún día vuelvo a extrañarlo, no será con dolor ni amargura.
Hoy tengo todo a mano para seguir mi vida sola. Y se siente bien. Se siente… ¿autosuficiente? ¿independiente? ¿moderno? No lo sé, pero se siente nice… really really nice.
Lo más malo de todo eso, no era el que me haya dejado sino el que yo me haya dejado a mí misma olvidada entre la rapidez y superficialidad del día a día… Eso era lo malo.
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